HISTORIA DEL MHIN
Brevemente
podemos decir que la idea de hacer
un Museo estuvo rondando
en varios ámbitos,
pero siempre se tropezaba con los clásicos problemas universitarios
que impedían disponer
de un lugar apropiado, de
gente con tiempo suficiente para tareas que no fuesen la investigación o
la docencia y la
conocida falta de presupuesto institucional para su instalación.
Estas
dificultades quedaron
superadas cuando, luego de arduas , cuidadosas y silenciosas búsquedas
el director del Proyecto Copla encontró una pequeña
vivienda abandonada
que formaba parte del obrador existente
en la época de la construcción del
edificio central del Rectorado.
Se
trataba de una pequeña vivienda
de
unos 40 metros cuadrados
que en 1997 se usaba para guardar materiales en desuso y algunos
implementos de jardinería . Estaba
totalmente descuidada, con techo de chapa pero sin cielorraso, paredes
despintadas, pisos descascarados y
tres ambientes minúsculos.
Sin
embargo, se pensó
en que “eso” era mejor que
nada y que con un adecuado acondicionamiento se podría lograr una sala
de exposición, una oficina multiuso
(estudio administración,
depósito, etc.) y un baño. Pese a las
dudas y opiniones escepticas
se decidió trabajar con la idea incierta
de poner una semilla y luego
cuidarla para que germine y
se desarrolle, conforme a los cuidados que
fuéramos capaces de darle. Otro
factor que ayudó a tomar la
decisión fue su excelente ubicación,
ya que se encontraba dentro
del parque de la Universidad y muy próximo
a una zona de buen acceso.
Oportunamente
se presentó un anteproyecto
a los integrantes del Proyecto COPLA y se propuso invitar a participar
de la Comisión Directiva a
otros colegas interesados,
que no estaban en el proyecto, pero que en alguna oportunidad
se manifestaron su interesados en colaborar con la creación de un Museo.
Finalmente
se elevó la propuesta al
Consejo Superior de la Universidad para
su evaluación.
El
tratamiento en dicho ámbito tuvo
una serie de inconvenientes que pusieron de manifiesto la existencia de otros
planes para el uso de la
vivienda seleccionada, pero que por
una parte aún no habían
tenido entrada formal como proyecto para su tratamiento y por otra
era para el beneficio
de actividades que involucraban un
pequeño sector dentro de la
universidad.
Además
hubo algunos conflictos derivados de
pujas intereses
menores, vinculados al
aprovechamiento de espacios de poder los
cuales han quedado registrados en el expediente (M-1793/96) de creación, pero
que, gracias a la firmeza del
director de COPLA y a la
comprensión y honestidad de la entonces rectora. Lic,. Esther Picco
todos estos problemas quedaron resueltos satisfactoriamente.
De
este modo, el 12 de junio de 1997 se promulgó la Ord
CS-10/97 y en el segundo
semestre de ese año comenzaron los trabajos de remodelación
y acondicionamiento del MHIN.
Se comenzó con la
obra gruesa, consistente en la unificación de ambientes internos, la
supresión de ventanas
y colocación de una puerta doble
apropiada
para el ingreso a la sala de
exposiciones. Estas obras se realizaron mediante
la contratación de personal externo a la universidad
y cuya dirección se realizó
desde el propio proyecto.
Mientras
avanzaban las obras de albañilería, se
analizaron los elementos a ser
exhibidos y las alternativas
posibles para el diseño de una
muestra monotemática. En
esta etapa comenzaron a intervenir
los investigadores del Proyecto
Di-Geo, a fin de colaborar con la organización didáctica de la muestra.
Los
debates acerca de las alternativas
de la futura muestra llevaron
varios meses, casi hasta fines de 1997 y estaban
condicionados por varios factores. El primero de ellos era el
reducido espacio disponible, pero
luego apareció otro escollo debido
a que muchos de los colegas que estaban interesados
en la creación del Museo, no disponían del tiempo necesario
para montar la muestra monotemática con la que cada uno había soñado.
A
principios del año 1998, prácticamente
se concluyeron las obras de remodelación
pero aún quedaba por
delante la pintura
y la construcción del mobiliario que pudiese albergar una muestra que aún
no estaba definida.
Respecto
de las terminaciones, es de destacar la
colaboración de un equipo de
voluntarios, alumnos de la carrera de Geología
que ingresaron en 1998, y de la
colaboración de unos pocos docentes del proyecto que, pincel en mano,
contribuyeron a la pintura del
local.
Paralelamente
a la pintura,
y frente a la imposibilidad
de que alguno de los colegas y
sus equipos organizaran una muestra monotemática
sobre alguno de los temas de
investigación, el director
propuso realizar una muestra conjunta
en la cual a través de
cinco capítulos se contaría la
historia de
los orígenes del territorio
puntano y sobre todo de sus
valles y montañas, de sus rocas y recursos minerales,
de los organismos (plantas y
animales) que habitaron estos parajes, antes
que el hombre apareciera sobre la
tierra.
Esta
muestra se denominó “San Luis Antes del Presente”
y cada grupo quedó
encargado de elaborar un capítulo de esa Historia,
relatando de un modo accesible a la comunidad
los rasgos paleogeográficos,
los procesos geológicos, las
características de los ecosistemas típicos
de cada época y
explicando además los
argumentos y razonamientos que
permitieron arribar a las
conclusiones que en cada caso se
presentaban.
Mientras
los equipos de científicos realizaban sus tareas,
conjuntamente con los
responsables de los aspectos didácticos,
se comenzó a diseñar el mobiliario para albergar esa muestra,
que, según se había previsto sería
itinerante.
Dicha
característica condicionó
el diseño del mobiliario y
se procedió en consecuencial, procurando
la construcción de exhibidores con estructuras metálicas, con dimensiones razonables para un fácil
traslado e instalación en otro
sitio. Parte del mobiliario se
realizó en los talleres de la UNSL y otra parte se
encomendó a talleres del medio.
Mientras
tanto, el
equipo de pintura se lamentaba que junto con la
culminación de su tarea, también
concluían los trabajosos y agradables fines de semana
compartidos, para aguardar la deseada
inauguración del Museo. Pero,
ello no pasó de ser una fugaz imaginación, porque comenzaron a llegar
las estructuras metálicas y el mobiliario que
tenía que ser pintado y
colocado en sus lugares.
Pese
a haber tenido la infraestructura disponible
con suficiente antelación, como suele ocurrir, el montaje recién se pudo
concretar a último momento. En consecuencia, la noche previa a su inauguración
el Museo era un hervidero de
gente, rocas, afiches, fósiles y diseñadores dando los últimos retoques a
las ilustraciones.
Finalmente
el MHIN quedó inaugurado
y
desde entonces la comunidad
escolar y los turistas
pueden conocer tanto la historia de
San Luis antes del presente como así también, la forma en que los geólogos y paleontólogos
lograron reconstruirla.
Dr.
Hector Luis Lacreu
FOTOS
DE REMODELACIÓN
